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Recortables

La pollería de mi amigo Antonio y la zapatería de Durán son ahora apartamentos turísticos que renuevan a sus huéspedes cada semana. Por las calles de esta ciudad paradisiaca se cruzan aquellos que vagan de un lado a otro con sus pertenencias en un carrito de supermercado, asalariados cuyo poder adquisitivo no les da para un alquiler, con quienes vienen de Londres o de París a pasar unos días y traen la dirección de un alojamiento.

El siglo XXI pasa ya de largo, burlándose de las aspiraciones sociales de la gente. No obstante, hay artistas del desamparo capaces de fabricar con sus manos, unas tijeras, quizás una navaja de afeitar, y unos cartones su casa bajo el puente de una autovía. La vida en esos hogares se conduce bajo los auspicios de una larga tradición plástica, picassiana.

Puede haber un viejo al lado de un tetrabrick de vino, puede haber una niña que recorta mariposas de una revista, puede haber flores secas dentro de una botella de plástico, un perro que se cuida solo, un hombre fumando sobre la olla, una mujer exquisitamente, aristocráticamente drogada en un rincón. Y esa guitarra. Esa guitarra flamenca.

(Antonio Báez Rodríguez)

Fotografía: Araceli Avilés

Aún recuerdo esos momentos de mi infancia cuando mi mayor preocupación era recortar a la perfección fotos de mis animales favoritos. Recuerdo recortar mariposas, y es curioso que eligiera precisamente ese animal. Decidíamos jugar con ellas, sin saber que el más ligero aleteo de sus alas puede cambiar nuestra vida. Nos permitíamos fluir, como olas del mar o acordes de guitarra.

Es curioso. Tanta prisa por crecer y ahora daríamos lo que fuera por volver. Volver a sentir libertad, sin ser esclavos del qué pasará. Quizá deberíamos volver a recortar mariposas.

(Malena Muñoz Romero)


"Un pintor, dos generaciones, tres miradas", Aula 7.
Catálogo (detalle de la portada)

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