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Los misterios de la taberna Kamogawa


—Disculpe, estoy buscando la taberna Kamogawa, ¿sabe dónde es?

—¿La taberna...? Ah, es la segunda pasando aquella esquina —respondió el hombre de un modo maquinal señalando hacia la derecha con un dedo.

Kuboyama se dirigió hacia allí y, tras cruzar la calzada, se plantó frente a una vieja construcción de dos plantas que parecía cualquier cosa menos un negocio en marcha. Dos cuadrados blancos estampados a brochazos marcaban los lugares donde en su día debían de haber estado el rótulo y el escaparate. Pese a todo, no emanaba el aire sombrío y tétrico de las casas abandonadas, sino el calorcillo humano característico de los restaurantes y tabernas en funcionamiento, y si su apariencia lastimosa no atraía a los forasteros, el olor que flotaba alrededor invitaba a ignorar la primera impresión y entrar. Además, del interior parecía brotar el rumor de una alegre charla.

(Hisashi Kashiwai: Los misterios de la taberna Kamogawa (edit. Salamandra, fragmento del primer capítulo)


De izquierda a derecha: Salva, Laura, Antonio, Manolo, Antonio, Alejandra, Silvia, José Luis, Eva y Miguel Ángel, que hizo la foto porque "lo que no se comunica, no existe". Damos fe, pues, de que los lectores y lectoras de La taberna... se reunieron en otra para comentar la novela: sus misterios, sus nostalgias, sus recetas...

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